VICTORIA EN EL DEBUT EN TERCERA

VILLACARRILLO CF:  Rubio; Poblaciones, Salva, Niza, Maykel; Antoñín, Juan Ángel, Montiel (Pablo, m.65), Toni (Fran, m.69), Manolillo; Ortega (Grego, m.80).

El Villacarrillo CF Aceite Puerta de Las Villas continúa agrandando su leyenda. Tras varios meses anhelando el inicio de la andadura en categoría nacional, el cuadro local brindó a su parroquia un triunfo en su estreno. 

La Tercera es esa división en la que todo es más caro, los resultados aparecen en periódicos nacionales y los rivales son terriblemente duros. No tengan vértigo: sigue siendo un juego de once contra once en el que –de momento- acaban ganando los que visten de celeste.

CASINO REAL MELILLA:  Verdejo, Ridán, Farit I, Rafa, Adán, Beker, Salvi (Melik, m.60), Mohan (Salah, m.55), Manolo, Sufián y Farit II (Joselu, m.38).

 El Veracruz lució este sábado pasado sus mejores galas para albergar el primer partido en Tercera de su historia. Nadie en la ciudad ni en la comarca quiso perderse la nueva efeméride. Como adversario, y sirviendo de buen ejemplo para entender el alcance de lo que se está logrando, un rival venido de otro continente: el Casino Real de Melilla. Los hombres de Aznar, este sábado de rojo y con una pequeña bandera española en el dorso de sus camisetas –quién lo diría- finalizaron la temporada pasada en mitad de tabla y fueron a la postre un complicado oponente para los nuestros.

Lasarte alineó de inicio a su once tipo del pasado ejercicio con la inclusión de Manolillo en el extremo izquierdo. Nueva categoría, misma filosofía. La primera parte fue muy disputada aunque sin ocasiones ni espectáculo de cara a la grada. La lucha de ambos conjuntos por hacerse con el timón del centro del campo fue una constante, con un Casino Real bien posicionado, presionando la salida de balón celeste pero sin argumentos ofensivos. El Villacarrillo no se hallaba cómodo, pues la rapidez mental exigida con el esférico en el pie era máxima si no se quería perder la posesión a las primeras de cambio. En Tercera se juega con un cuchillo entre los dientes. Tan sólo dos disparos desviados de Juan Ángel y Toni respectivamente representaron el bagaje ofensivo local al descanso, mientras los visitantes únicamente lanzaron a puerta a balón parado por parte de Manolo.

La segunda parte fue otra historia. El físico de los norteafricanos fue decayendo y los locales avanzaron terreno. Un cabezazo de Salva a centro de Toni que salió fuera por poco supuso el primer aviso serio para el meta Verdejo. Paulatinamente la inercia del choque fue derivando hacia un monólogo celeste. La velocidad de Manolillo por banda y la movilidad de Ortega arriba amenazaban con derrumbar los cimientos melillenses. La coyuntura del partido recordaba a otros similares del año pasado, de esos en los que se ganaba con un gol al final tras mucho sacrificio. Aquello pasaba en Andaluza, pero en Tercera…

Al Casino Real le valía el empate, visto lo visto. Perder tiempo es el idioma universal, no el amor. Alcalá González (gran arbitraje) perdonó la segunda amarilla por manos al capitán Beker, lo cual hubiera desnivelado más el choque. No obstante, un tal Carlos Ortega Chica lo haría definitivamente allá por el minuto 73. Una falta sacada por Niza desde el flanco izquierdo del campo local fue depositada magistralmente en la otra banda, en la testa del recién ingresado al césped Pablo, quien libre de marca y en el lateral del área sirvió sutilmente el esférico a nuestro 24, quien fusiló a media altura a Verdejo para adelantar a los campiñeses. El Veracruz liberaba tanta tensión acumulada. 

Expresar todo lo que Carlos Ortega lleva aportando desde su llegada a Villacarrillo es imposible. Simplemente, congratulémonos de su pertenencia a este club. Lamentablemente, todo no iban a ser buenas noticias hasta el final, pues el ariete jienense se retiró lesionado tras sufrir una cruel entrada –esperemos no revista gravedad-. El gol animó más a los de Lasarte, quienes por momentos dieron síntomas de poder cerrar el encuentro. Parecía que los visitantes no acarrearían peligro al marco local, pero en los últimos minutos dispondrían de sus mejores acercamientos. Al filo del tiempo reglamentario, Sufián se coló en el área villacarrillense tras sortear a varios zagueros, y cuando el fantasma del empate planeaba sobre el Veracruz, Rubio cubrió de maravilla su palo para abortar el chut del melillense.

El descuento se hizo eterno, como no podía ser de otra manera. Las tanganas habían hecho acto de presencia, por mor del mal perder africano. Beker evidenció no tener nada que ver con el poeta romántico del XIX, hallándose en todas. Manolo fue expulsado por doble amarilla y con todo esto nos fuimos al noventa y cinco. La última para el Casino Real sería una falta lateral con todo el equipo presto para rematarla. Aznar se santiguaba, el estadio rezaba. No pasó nada. Ganó el Villacarrillo. La vida sigue igual.

Diego José González.