EL VILLACARRILLO PASA POR ENCIMA DEL LINARES Y ACARICIA EL ASCENSO

• Fiesta del fútbol jiennense con cerca de 2.500 espectadores en un Veracruz abarrotado.
• Lección futbolística de los hombres de Lasarte al hasta entonces líder.
• Un empate en Jaén le basta al Villacarrillo para hacer historia y ascender a Tercera.

Todo llega en la vida. A veces lo temido, sí, pero otras lo deseado. El 6 de mayo 2012 llevaba muchos meses marcado en el calendario futbolístico local, provincial y autonómico: Villacarrillo CF Aceite Puerta de Las Villas vs Linares Deportivo. El día D y la hora H por fin estaban aquí. Nunca la provincia de Jaén se había paralizado como ahora para un partido en esta categoría; nunca los campiñeses habían visto tan de cerca la Tercera División, inconcebiblemente alcanzable, tangible. Villacarrillo se iba a medir a su historia.

Expresar en pocas líneas el aspecto que presentó el Veracruz  el pasado domingo es una tarea difícil, créanme. Alrededor de unas 2.500 personas se congregaron en un evento único, difundido por una decena de medios de comunicación y protegido por una enorme dotación de fuerzas de seguridad. El estadio presentaba un indescriptible lleno hasta la bandera, con el colorido que el celeste de la parroquia local y el azulillo de la visitante añadían. El pueblo, la comarca, la provincia. Todos estuvieron allí. Gente en la tribuna, en los fondos, en los laterales; sentados, de pie. Increíble.

Una hora antes del inicio de la contienda la grada local estaba abarrotada ya, dejándose la garganta y el alma desde su llegada y evidenciando que la felicidad no se halla únicamente en conseguir lo que se anhela, sino en el camino hacia ello. Enfrente, y perplejos ante tal ambiente, casi un millar de linarenses se disponían a vibrar con su equipo tras tanto tiempo de vacío emocional, como dos antiguos amantes que se reencuentran años después y comprueban que la semilla de la pasión aún perdura.

En este escenario onírico, los dos mejores equipos de la temporada en el grupo 3 de la Primera Andaluza iban a dirimir quién iba a sellar práctica o definitivamente su ascenso directo y quién iba a tener que lucharlo en la promoción. Los de Torres llegaban líderes con 80 puntos; los de Lasarte, segundos con 79.

Un precioso mosaico con los colores del Villacarrillo dio la bienvenida a los dos equipos en el rectángulo de juego. La baja de Niza iba a ser suplida por Almansa, con Poblaciones en el lateral; los azulillos (en este caso de rojo), con toda su artillería sobre el césped.

Desde el inicio del encuentro se pudo comprobar cómo los locales eran quienes necesitaban imperiosamente el triunfo, mientras que el Linares era sabedor de que un empate les valdría. Lejos de impresionarse por la magnitud de todo lo que rodeaba al choque, los de Lasarte arrancaron con fuerza y determinación. A los 6´de juego se reclamó un posible penalti en el área de Benito tras una internada de Elady; dos minutos después, un zapatazo del extremo serrano obligaría a intervenir al veterano cancerbero. A los de Torres el balón le duraba poco en los pies, y el constante recurso era el patadón hacia el veloz ariete Ángel. Sólo algún destello de calidad de Ventaja aportaba algo a una escuadra bien plantada pero timorata en ataque. Minutos después, los celestes avasallarían la portería rival, con varios saques de banda de Salva y córners encadenados. La solvencia en defensa de hombres como Chico y un paradón de Benito tras un cabezazo de nuestro capitán salvarían momentáneamente los muebles mineros, pero al filo del descanso, un saque de esquina de Maykel a pierna cambiada iba a encontrar la testa de Antoñín, quién si no, para establecer el 1-0.

El segundo acto se presentaba emocionante. El líder tenía por delante cuarenta y cinco minutos para demostrar a la provincia si disponía de la capacidad mental y futbolística suficiente como para revertir el sino del duelo. Lamentablemente para su afición, sucedería todo lo contrario. Al minuto de la reanudación, Elady arrancó en banda izquierda con su habitual fuerza y calidad, le hizo un traje a Luque, colocó un centro bendecido al área chica y Ortega, con un sublime cabezazo cruzado, estableció el segundo de la tarde. Sin tiempo para que ambas aficiones hubieran procesado tanto sentimiento opuesto, Montiel arrancó la moto desde el centro del campo con dirección a su banda y con destino a la gloria. Su centro por bajo no acertó a ser despejado por los centrales mineros y fue recogido por Ortega para fusilar a Benito. Era el tercero, era el partido, era medio ascenso.

La entrada del delantero Rosendo fue la nota más positiva para los visitantes, pero el Linares seguía sin carburar, minimizado hasta cotas insospechadas por la avalancha celeste. Los minutos pasaban y el Veracruz era una fiesta permanente. Eo, eo, eo, esto es un chorreo, definía la afición local lo que acaecía en el terreno de juego. Los minutos pasaban, las fuerzas menguaban, y era el momento de mover el banquillo. Cada futbolista local sustituido era aclamado como un torero cuando da la vuelta al ruedo.

Precisamente un recién ingresado en el césped, Pablo, tuvo el cuarto en un contraataque, pero el marcador ya no se alteraría. Rosendo obligó a Rubio a lucirse tras un disparo envenenado y Chico pudo marcar de cabeza el gol del honor, pero ni eso. Los de Torres arrojaban definitivamente la toalla a la vez que la afición azulilla abandonaba el campo cabizbaja. La superioridad local era un escándalo; bien podría reproducirse la canción de dicho título, interpretada por Raphael: macabra ironía.

El final del partido supuso el éxtasis, el orgasmo. Los futbolistas y el cuerpo técnico dieron rienda suelta a todas las emociones acumuladas y festejaron con la afición un éxito sin precedentes. Fuegos artificiales iluminaban el cielo (ya sabemos por qué celeste viene de cielo), y la fiesta continuó en la grada. A veces la realidad supera a lo deseado, y esta efeméride será recordada en Villacarrillo toda la vida; será de las que se narrarán de generación en generación y de las que perdurarán en el subconsciente colectivo; de las que se recordarán en conversaciones de taberna a punto de cerrar, de esas de viejos amigos hablando de la mili, de alguna aventura sexual o de política.

Directiva, afición, cuerpo técnico y plantilla: todos alcanzaron la excelencia. Pero aún queda un último esfuerzo, el del próximo domingo ante el Real Jaén B. Un punto separa al Villacarrillo de la Tercera División del fútbol nacional. Un equipo y un pueblo aguardan la gloria.

Un equipo, un pueblo.