lunes, 7 de octubre de 2013

HAZAÑA CELESTE



Sublimes por necesidad. El Villacarrillo C.F. Aceite Puerta de Las Villas venció por 2-1 al líder, el Marbella F.C., tras casi un centenar de minutos de coraje y orgullo, sobreponiéndose a las adversidades y tirando de épica para lograr un nuevo triunfo que añadir al contador de las tardes inolvidables del Veracruz.

Llegaba a Villacarrillo el Marbella, sólida escuadra dirigida por Jaime Molina confeccionada para el ascenso a Segunda B. Y aparte de la consabida dificultad que entrañaba medirse al coco costasoleño, Lasarte iba a tener que formar una defensa inédita por mor de las lesiones de hasta tres de sus titulares: Maykel, Jorge y Álvaro. Alineó a Almansa por la izquierda e introdujo a Miguel de central.
La grada presentó un gran aspecto, coherente con la envergadura del duelo al que se iba a asistir. Los acontecimientos la erigirían en protagonista del mismo.
Y el balón echó a rodar. Los locales arrancaron intensos, muy metidos en el partido desde su inicio, conscientes de que sólo dándolo todo y jugando a un gran nivel serían capaces de optar a la victoria. La recuperación de Román cambió el sistema de Lasarte, quien pudo contar ésta vez con dos delanteros, algo que funcionó mientras la dupla de Carchelejo anduvo junta sobre el césped. Fijando a los zagueros contrarios, bajando con criterio el esférico y presionando desde arriba, el Villacarrillo mordía desde su punta de lanza.
El Marbella se hallaba bien plantado, con mucha calidad en las botas de sus hombres y facilidad para entrar por bandas. Evidente el porqué de su favoritismo en este grupo IX.
Pero no a todo el mundo le pareció correcta la bonita e igualada lucha que se desarrollaba sobre el terreno de juego. Borja Belmonte, el colegiado, dinamitó el encuentro cuando corría el minuto 25, expulsando a Román de roja directa tras una falta de las que cortan un contraataque, de las de amarilla de libro. Perpetró un Muñiz: ayudar al grande, minar al pequeño.
El Veracruz encolerizó, perplejo ante la increíble decisión del trencilla que modificaba totalmente el choque. La rampa más dura del Tourmalet particular de los celestes se iba a hacer infinita. Tocaba recurrir a la casta, a jugar a ser guerreros y a morir matando. Y si el Marbella parecía contar con 12, el Villacarrillo al menos lo haría con 10+1, el 1 de una afición al rescate tras la injusticia sufrida. No hay mal que por bien no venga.
Todo cambió. La contienda se tornó por momentos brusca dentro de un clima irascible. Los locales se multiplicaban para paliar su inferioridad, disputando cada balón como si les fuera la vida en ello. El Marbella no encontraba la vía para aprovechar el regalo otorgado por Borja Belmonte.
Y a todo esto, Elady. Nueva exhibición del de La Puerta, que volvería a ser determinante. Cuando aguantar el empate parecía incluso una quimera, el extremo recibió en la frontal una pelota para recortar hacia adentro y enviar un chut ajustado al palo largo de Reina. Contra todo pronóstico, el Villacarrillo se adelantaba en el marcador y con victoria parcial se despediría el primer acto.
Pero la segunda mitad comenzó de la peor manera posible: encajando el empate a los 3 minutos de juego. Añón aprovechaba un pase entre líneas de Sergio para batir a Rubio y sumir al Veracruz en la depresión de saber que sería casi un milagro resistir siquiera la igualada con tantos minutos por delante.
No decayeron los nuestros, constantes y generosos en su esfuerzo. Manolillo entró por Fran para situarse en punta, con la idea de aprovechar su velocidad a la contra. Y precisamente el de Lupión pudo adelantar a los locales minutos después, tras un latigazo de Elady que Reina rechazó para que Manolillo malograra en boca de gol su ulterior testarazo picado.
El peligro del Marbella iba in crescendo, con el lateral derecho Gabi metiéndose hasta la cocina con asiduidad y enviando centros que afortunadamente no encontraban rematador. La calidad marbellí unida a la inferioridad celeste era un cóctel sumamente nocivo para los de Lasarte. En cada acercamiento visitante se mascaba la tragedia, lo que parecía inevitable.

Toni entró por Pablo, jabato como siempre, como todos en la tarde de este domingo. El beatense, mermado físicamente, obraría el milagro. Corría el 72’ cuando recibió un envío largo cerca de la frontal, lo paró con el pecho, se dio media vuelta y empaló una volea con su zurda que besando el travesaño sorprendió al adelantado arquero Reina. Impresionante. No aparecerá en los telediarios, no lo hizo ni Messi ni CR7; sin embargo, permanecerá indeleble en la memoria de quienes lo disfrutamos, que es más, mucho más.
La locura se apoderó del estadio, en un estallido de alegría y rabia contenida durante tantos minutos. Era tan inconcebiblemente maravilloso ganar de aquella manera el partido que la afición no permitiría que el sueño se derrumbara, llevando en volandas hasta al final a los suyos.
El Marbella lo intentaba, quién lo diría, a la desesperada. La tuvo Arambarri en su cabeza tras centro desde la izquierda, mas su remate salió lamiendo el palo de la portería de Rubio. Este cuento tendría un final feliz, sí o sí.
Cinco minutos de descuento alargarían el sufrimiento en césped y grada, donde el tiempo no corría. Cada ataque marbellí abortado y cada balón que Rubio atajaba se celebraba como un campeonato, hasta que el colegiado señalizó finalmente la conclusión, allá por el cincuenta y algo.
Creyeron en sus posibilidades, sortearon obstáculos y liquidaron al gigante. Otra tarde de efeméride, y ya van unas cuantas. Esto es el Villacarrillo. Esto es el Veracruz.

                                                                                                                             Diego José González.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bonita crónica Diego José, enhorabuena más quisiera mucho pseudoperiodistas escribir tantas lineas seguidas....